|
|
JULIA
FERNÁNDEZ
“Dejad
que la nueva historia nos explique lo que nunca habíamos sabido de los
catalanes, dejad que hable de los obreros, artesanos, y sacerdotes pobres;
dejad que vaya donde quiera y que abra todas las puertas de par en par.
La historia libera, y la nueva historia es y será esencialmente liberadora
de nuestro espíritu”, escribía meses antes de morir, a los cincuenta años
de edad, el historiador gerundense Jaume Vicens Vives, en un artículo
que volvía a certificar su lucha a favor de la ciencia histórica moderna,
la que recoge “la vida, en toda su completa diversidad”, que se asienta
en el principio de la articulación social, que acepta las consecuencias
de los hechos del pasado, tratando de comprenderlos en su totalidad sin
intentar enmendarlos, y que se acoge a la eficacia del método estadístico
para establecer la certidumbre de su propuesta.
En
este centenario de su nacimiento y cincuentenario de su muerte, su voluntad
de apertura sin complejos y científica, que le hizo crear desde su cátedra
de la Universidad de Barcelona una infraestructura adecuada a la recepción
del nuevo realismo historiográfico, vuelve a emplazarnos a la reflexión
sobre cómo somos capaces de estudiarnos en la Historia.
Superar
las dificultades
Considerado
por todos como “un historiador de su tiempo”, Vicens Vives singulariza
en su trayectoria el difícil camino del intelectual español del siglo
XX: formado en el impulso renovador de la Segunda República, castigado
por el trauma de la Guerra Civil y la dura posguerra, y sostenido por
el intento de comenzar a superar el franquismo mediante la apertura a
la Europa democrática.
“Su
trayectoria personal y profesional”, escribe Josep M. Muñoz Lloret, autor
de una biografía intelectual del historiador, “está recorrida por el imperativo
de vencer las dificultades que la vida le iba planteando: la primera,
la prematura muerte de su padre, a la que pronto se sumaron las dificultades
económicas y la disolución de la familia; la segunda, cuando ya había
empezado a situarse profesional y socialmente, el trauma de la guerra,
que le tiñó el pelo de blanco, y el duro golpe de la depuración y el alejamiento
forzoso de la universidad. De vuelta a ésta, y en contacto con una nueva
realidad, reemprenderá su lucha con una determinación que sólo frenó la
muerte”.
Super
adversa augeri (“Crecer por encima de las
dificultades”) fue la divisa personal del gran historiador cuya memoria
estos días, a lo largo de toda España, es divulgada en diversos actos
por intelectuales, pedagogos, políticos e historiadores, con ocasión del
centenario de su nacimiento y el cincuentenario de su muerte.
Rey
Fernando II
Su
tesis doctoral, acabada casi al filo del estallido de la Guerra Civil,
y que sería la culminación de una larga investigación sobre el rey Fernando
el Católico, tiene una extraordinaria importancia en la trayectoria intelectual
de Vicens Vives. La reivindicación de la actuación del rey Fernando II
frente a las instituciones medievales catalanas, en contra de las posiciones
predominantes en el catalanismo político y cultural que abundaban en la
visión de la Reinaxença, motivaría que algunas voces, como la de Antoni
Rovira, autor de una Història nacional de Catalunya, le negaran:
“Un joven investigador, Jaume Vicens, ha publicado en la revista Estudis
Universitaris Catalans un trabajo titulado ‘La política de Fernando
II durante la guerra remensa’. El autor se presenta como un vindicador
y un panegirista del Rey católico. No muestra sensibilidad catalanista.
¿Acaso eso le hace ser más lúcido como historiador? Al contrario: el fondo
político y crítico de su trabajo es de una gran debilidad, de una parcialidad
acentuada y en ciertas ocasiones de una excesiva ingenuidad. No llega
a ser exacto en los datos que consigna o refuta”.
En
su réplica, Vicens Vives reclama la investigación, y no la afección ideológica,
como el estandarte del conocimiento de la verdad histórica: “El último
rey propio de Cataluña-Aragón no tiene en nosotros, y esto queremos que
se crea sinceramente, un vindicador. Lo hemos estudiado con la atención
que merece quien representa, en Cataluña, las tendencias económicas, sociales
y políticas que entonces se imponían en el mundo europeo. Si Fernando
II es el hombre del establecimiento definitivo de la monarquía autoritaria
en Cataluña, este hecho no implica que haya de considerársele como a un
enemigo y destructor de nuestra tierra”.
Intelectual
comprometido
En
los años posteriores a la Guerra Civil, Vicens Vives tuvo en las instituciones
privadas y en la labor editorial las vías económicas y creativas donde
salvarse de la depuración franquista. En 1942 pondría en marcha la editorial
Teide, una de las grandes iniciativas individuales para la renovación
de los libros de texto, que alcanzaría un rápido desarrollo gracias a
la novedad pedagógica de sus textos, que trataban de recoger la mejor
tradición de la enseñanza media de los años anteriores a la guerra. Su
regreso a la universidad en 1947, coincidirá con su consolidación como
uno de los principales referentes de la historiografía de su tiempo, objeto
de consideraciones tan rotundas como la del hispanista John Elliot, cuando
afirma que fue artífice de “una historia de adultos”, y que hizo posible
“desmitificar la historia de Cataluña y, por supuesto, la de España”,
o la de Raymond Carr, cuando lo afirma como “el único historiador hispánico
que escribe historia como lo hacían los demás historiadores europeos”.
|
|