|
|
la
realización de un buen trabajo suele exigir documentación fiable obtenida
de bibliotecas, archivos, internet, etc. En efecto, la bibliografía depende
en buena medida de la consulta de diccionarios y enciclopedias, libros
de texto y obras generales, revistas especializadas, etc.
A
menudo es el profesor el que orienta al alumno sobre las fuentes que puede
consultar, lo que no ha de impedir que se busque información complementaria
en archivos y bibliotecas, del propio centro escolar o de cualquier otra
institución.
Sea
como fuere, una vez obtenida la documentación, surge la pregunta que abre
el próximo apartado. ¿Cómo se registra la documentación en el trabajo?
Nos referiremos
sobre todo a los documentos impresos: libros, revistas, etc. En este sentido,
entre las posibilidades con que se cuenta para organizar correctamente
la bibliografía -también se incluye la relación hemerográfica, correspondiente
a publicaciones periódicas-, presentamos una de las más comunes:
Libros:
- Primer
apellido del autor en mayúsculas (coma), inicial o iniciales del nombre
(punto), fecha entre paréntesis (dos puntos), título subrayado o en cursiva
(punto), lugar de la edición (dos puntos), editorial (punto).
Ejemplo: CASTILLO,
L. A. (2008): La realización de trabajos académicos. Madrid: Horizonte.
Cuando el primer
apellido es muy frecuente, se suelen citar los dos apellidos, por ejemplo,
FERNÁNDEZ SALAZAR.
Si hay dos
autores se citan ambos separados por la conjunción “y”. De igual modo,
si se trata de tres autores deben indicarse todos, los dos primeros separados
por una coma y el último precedido de la conjunción “y”.
Si se trata
de más de tres autores, es suficiente con citar al primero y se agrega
“y otros”, “et al.” o “et alii”.
Cuando
se trata del capítulo de un libro que es una compilación, se cita del
modo siguiente:
- Apellido
en mayúsculas del autor del capítulo (coma), inicial o iniciales del nombre
(punto), fecha entre paréntesis (dos puntos), título con letra normal
(punto). La preposición “En” seguida de la inicial o iniciales del nombre
del compilador (punto), apellido del compilador seguido de la función
en abreviatura y entre paréntesis (dos puntos), título del libro subrayado
o en cursiva, entre paréntesis página inicial y final separadas por un
guión y precedidas por “pp.” (punto), ciudad o lugar de edición (dos puntos),
editorial.
Ejemplo: OLMO,
S. (2008): El mundo de la educación. En J. Carvajal (Comp.): La
educación a debate (pp. 126-149). Madrid: Escuela.
Si se citan
varias obras de un mismo autor, se hace ordenadamente desde la más antigua
a la más reciente.
Artículos
en revistas especializadas
Una
de las modalidades para citar correctamente un artículo es:
- Apellido
en mayúsculas del autor del artículo (coma), inicial o iniciales del nombre
(punto), fecha entre paréntesis (dos puntos), título entrecomillado y
con letra normal (coma), título de la revista en cursiva (coma) y a continuación
se especifica volumen, número y páginas que ocupa el artículo, separadas
por un guión la inicial y la final.
Ejemplo: SOTOMAYOR,
P. (2009): “La elaboración de trabajos en la enseñanza secundaria y universitaria”,
Revista Iberoamericana de Psicopedagogía, vol. 6, n º 2, pp. 3-26.
Cuando se trata
de comunicaciones, ponencias, etc., presentadas en Congresos, Seminarios,
Simposios, etc., y sin perder de vista algunos aspectos ya mencionados,
se ha de especificar autor, año de publicación, título y evento, así como
ciudad y fecha de celebración, seguidas de las páginas del trabajo consultado.
Ejemplo: PÉREZ
MOLINER, J. (2007): “La formación integral de los estudiantes españoles”.
En Osorio, A. (Coord.): Actas del Congreso Internacional de Educación
Humanista, (Roma, 3-7 de noviembre de 2006), pp. 167-182.
Aunque durante
los últimos siglos el libro ha sido prácticamente el único medio utilizado
para transmitir de forma sistemática la información y el saber, en la
actualidad está perdiendo su monopolio. Cada vez se difunde más información
por vía electrónica. Con razón se ha dicho que la galaxia Gutenberg, denominada
así en honor al célebre inventor de la imprenta en el siglo XV, está cediendo
el turno a la galaxia tecnológica, sobre todo por el creciente protagonismo
de las telecomunicaciones y de internet.
El registro
de materiales consultados por parte de los alumnos se complica por la
mayor utilización de documentos electrónicos, lo que obliga a establecer
sistemas referenciales de citación a menudo inspirados en los materiales
bibliográficos. Han de figurar: apellido y nombre del autor del documento,
título del trabajo y datos de la publicación en que aparece, dirección
de la página web en la que se ha obtenido el texto, así como la fecha
de consulta.
Ejemplo: MARTÍNEZ-OTERO,
V. (2010): “El valor de Internet en la educación”. Comunidad Escolar,
nº 871, pp. 1-4. Disponible en: http://comunidadescolar.educacion.es/871/tribuna.html
(Fecha de consulta: 23 de abril de 2010).
Se incluye
a continuación una página en la que se brinda información sobre cómo citar
recursos electrónicos: http://www.ub.es/biblio/citae-e.htm
Documentos
audiovisuales
Su
utilización también aumenta considerablemente. Si bien cada modalidad
de medio audiovisual requiere características específicas de citación,
en general, han de recogerse los datos siguientes: autor, título, tipo
de documento, lugar, entidad emisora o editorial y fecha de emisión. Ponemos
algunos ejemplos:
- MORILLAS,
P. (2003): El valor de las técnicas de estudio (Grabación sonora). Oviedo:
Nueva educación.
- REDONDO,
L. (2007): Enseñanza secundaria (Vídeo). Madrid: Centro de Documentación
audiovisual.1 disco compacto.
Programa
de televisión:
- Rendimiento
escolar. Guionista y presentador: Sergio Mendoza. (España), TVE, 2008.
Procede recordar
que, una vez elegido un procedimiento adecuado de cita, debe mantenerse
en todo el trabajo. Si son varios los alumnos que lo realizan habrán de
guardar uniformidad también en este aspecto, tanto en lo que se refiere
a las citas incluidas en el texto como a las referencias bibliográficas
finales.
Por último,
es positivo pensar que aunque en la realización del trabajo escolar el
alumno encuentre dificultades, la meta de progreso personal a que conduce
las vuelve pequeñas. Si el profesor estimula la creatividad y el alumno
la despliega, el trabajo se convertirá en tarea gozosa.
Referencias
bibliográficas
-
MARTÍNEZ-OTERO, V. (2007): La inteligencia afectiva. Teoría, práctica
y programa, Madrid, CCS.
-
PRELLEZO, J. M. y GARCÍA, J. M. (2003): Investigar. Metodología y técnicas
del trabajo científico, Madrid, CCS.
|