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El
ministro de Educación, Ángel Gabilondo, y la ministra de Ciencia e Innovación,
Cristina Garmendia, han participado en la mesa redonda "Mujeres y Ciencia.
100 años en la Universidad", organizada por el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC) para celebrar el Día Internacional de
la Mujer, que este año coincide con el centenario de la publicación de la
Real Orden de Instrucción Pública que permitió la “admisión de mujeres en
todos los establecimientos docentes” en España. |
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Un poco de historia |
En
ésta efemérides, hay que recordar que en 1841, Concepción Arenal acudía
como oyente a la Facultad de Derecho de Madrid disfrazándose de hombre.
Aunque no obtuvo título oficial, llegó a ser una experta socióloga
y penalista.
Sería a finales del XIX cuando la mujer obtendría la primera
licenciatura en la Universidad española en Ciencias Exactas (1880),
Farmacia (1881), yMedicina (1882). En 1888 se autorizó la matrícula
femenina en la Universidad sin permiso previo del padre o del marido.
Esta medida facilitó el trámite a las escasísimas alumnas que entonces
frecuentaban las aulas. Hasta 1910, las chicas que querían estudiar
en la Universidad asistiendo a clase, tenían que solicitar un permiso
especial a las autoridades académicas.
La legislación sobre la Segunda Enseñanza y Superior de 1868
no limitaba la educación de las mujeres, al no se referirse a ellas
dejaba un vacío que algunas no dudaron en utilizar. En 1872 María
Elena Maseras se matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad
de Barcelona. Había tenido que solicitar un permiso especial para
realizar los estudios de segunda enseñanza y posteriormente los universitarios.
Esta iniciativa abre la puerta a más mujeres. De hecho, a partir de
aquí distintas universidades españolas cuentan con la presencia de
alumnas entre sus estudiantes, después de numerosos trámites y permisos,
salvando así la falta de legislación que permitiera a las mujeres
de acceder a los niveles académicos superiores.
No obstante, las alumnas no debían asistir a clase. Para poder
asistir a clase el catedrático de la asignatura debía comprometerse
a garantizar el orden en el aula. La alumna no podía estar por los
pasillos, sino en la antesala de la sala de profesores y esperara
allí al profesor para ir al aula y volver con él, una vez terminada
la clase. En el aula se tenía que sentar en una silla aparte, cerca
del profesor.
A finales del siglo XIX eran 36 las universitarias las que
finalizaron la licenciatura. De ellas 16 se matricularon en el Doctorado,
aunque solo 8 lograron defender su tesis y obtener el título de Doctora.
La primera doctora en Medicina fue Dolores Aleu y Riera.
Por otra parte, los estudios no habilitaban a las mujeres para
el ejercicio profesional. Para ejercer la profesión correspondiente
al título obtenido tuvieron que solicitar, en muchos casos, permisos
especiales. En la lucha de las mujeres por el acceso a la Educación
Superior y al ejercicio de las profesiones hay que señalar el papel
de las que participaron en los Congresos Pedagógicos de 1892, entre
ellas Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal.
Finalmente, 1910 es el año en el que se regula la admisión
formal de las mujeres en la universidad. El 2 de septiembre de ese
año un Real Decreto autorizaba a las mujeres con títulos académicos
a ejercer las profesiones, participar en oposiciones y acceder a concursos. |
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Madrid.
El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, la ministra de Ciencia
e Innovación, Cristina Garmendia, y una amplia representación de la comunidad
científica han conmemorado el día 9 de marzo, en la sede del CSIC en Madrid,
el centenario de la entrada de la mujer al ámbito universitario. Este año también se conmemora la creación de los primeros
centros de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas
(JAE), organismo que impulsó el desarrollo científico moderno en España.
Los ministros, acompañados por el presidente del Consejo Superior
de Investigaciones Científicas (CSIC), Rafael Rodrigo, participaron en
la inauguración de la mesa redonda “Mujeres y Ciencia. 100 años en la
Universidad”, organizada y desarrollada en el marco las celebraciones
del Día Internacional de la Mujer.
La
mesa redonda estuvo moderada por Inés Sánchez de Madariaga, directora
de la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Ciencia e Innovación,
y contó con la participación de la investigadora del Instituto de Ciencia
de Materiales del CSIC y presidenta de la Comisión de Mujeres y Ciencia,
Pilar López Sancho; la investigadora del CSIC en el Instituto de Neurociencias,
María Domínguez; la abogada del Estado y directora general de Infraestructuras
del Consejo Superior de Deportes, Matilde García Duarte; y la catedrática
de Filosofía Moral y Política de la UNED, Amalia Valcárcel.
Queda
mucho camino por recorrer
Ángel Gabilondo ha recordado en su intervención que el 9 de marzo
de 1910 se publicaba la Real Orden que permitía la matrícula universitaria
femenina “sin una consulta previa a la autoridad competente”, dando paso
en esta institución a un colectivo que actualmente constituye el 60% del
alumnado. El ministro ha señalado en su intervención que hasta esa fecha,
“las mujeres que deseaban estudiar en la Universidad debían solicitar
un permiso especial a las autoridades académicas, y se cumplen también
cien años de la orden por la que se autorizaba a las mujeres a ejercer
las profesiones en las que se habían titulado”.
Gabilondo, tras precisar que hacia 1930, sólo un 6% de los universitarios
eran mujeres, mientras en Francia ya suponían más del 25% y en Estados
Unidos cerca del 43%, ha afirmado que “el verdadero cambio sólo se inició
a partir de los años 70, y hoy las mujeres ya representan más de 60% de
los licenciados y diplomados, el 55% entre los graduados de master y el
51% entre los doctorados”.
Sin embargo, el ministro de Educación, tras resaltar que “hoy en
día las catedráticas representan el 15% del total, pero en 1982 representaban
el 13%; es decir, en casi 30 años sólo ha aumentado un 2%, por lo que
queda mucho camino por recorrer", significó en su intervención que
“la igualdad no sólo es una exigencia democrática de la sociedad, sino
también un factor que determina la calidad de las instituciones”.
A este respecto, Gabilondo ha insistido que es necesario estudiar
las causas de estos datos para intentar que más mujeres accedan a cargos
de gestión en el sistema universitario, porque “todos somos comprensivos
en nuestro discurso, tan abiertos y plurales, pero luego, de hecho, las
cosas no son así; por eso es de destacar la labor de las unidades de género
que existen en los centros universitarios o en los institutos de la mujer”.
“Vivimos en un continente en el que las mujeres ganan un 25% menos
que los hombres -agregó Gabilondo- y esto me parece poco sostenible, desde
el punto de vista de la justicia y de la comprensión de la sociedad de
progreso en la que estamos”.
Ley
de Universidades e igualdad
El ministro de Educación ha recordado que la reforma de la Ley de
Universidades, introdujo por primera vez como objetivo propio de la Universidad
y de su actividad, la promoción de la igualdad efectiva entre hombres
y mujeres, y precisó que “la igualdad aparece en la LOMLOU como un principio
transversal a lo largo de todo el articulado. Uno de los aspectos más
novedosos fue la obligatoriedad para poner en marcha unidades de igualdad
en cada universidad”.
La nueva Ley de Universidades también exige incorporar el principio
de igualdad de oportunidades en los estatutos y reglamentos de tal manera
que se propicie la presencia equilibrada entre hombres y mujeres en los
órganos colegiados de las universidades.
La ley también establece que las comisiones de acreditación nacional
deben procurar una composición equilibrada entre hombres y mujeres, y
dentro de las propias Universidades esta exigencia debe aplicarse a la
composición de las comisiones de selección en los concursos para el acceso
a las plazas de los cuerpos docentes universitarios.
A este respecto Gabilondo precisó que “cuando hablamos de innovación,
no sólo me refiero a innovaciones procedentes de las ingenierias, la biología
o la medicina, sino también innovaciones sociales; por tanto, la Universidad
debe protagonizar este cambio social hacia una sociedad con más igualdad”.
Tras reconocer el esfuerzo que están haciendo las Universidades en
la adaptación a la nueva realidad, y señalar que “las unidades de igualdad
están funcionando ya en un 70% de las universidades públicas”, Gabilondo
insistió que “aún nos queda camino por recorrer”, y “no podemos conformarnos
y esperar años hasta encontrar más paridad en los órganos de gobierno,
en las cátedras y en los grupos de investigación. No es ya un problema
de justicia social, que lo es. No es sólo un problema de acabar con la
discriminación, que es lo es. Es un problema de valores democráticos;
es una exigencia democrática de nuestra sociedad”.
Ángel Gabilondo ha finalizado su intervención indicando que el Ministerio
de Educación y el de Igualdad han constituido una Comisión de trabajo
con el objeto de alcanzar los fines propuestos en la Ley de Igualdad y
en la LOMLOU, “fines que no son sino el reflejo de la voluntad de una
sociedad española donde la igualdad entre hombres y mujeres ya no es un
anhelo, sino una exigencia democrática. Pero esto no es una labor de un
ministro, o una ministra; es una labor de toda la comunidad universitaria,
por eso quiero deciros que os necesitamos, necesitamos vuestro trabajo
diario y el que desarrolláis en estos encuentros para mejorar en todos
los aspectos”.
Ley
de Ciencia e Innovación
Por su parte, la ministra de Ciencia e Innovación,
Cristina Garmendia ha señalado en la mesa redonda "Mujeres y Ciencia. 100 años en la Universidad"
que “la igualdad de género es un aspecto transversal
y fundamental en la nueva Ley de la Ciencia y la Tecnología y la Innovación,
porque hay que seguir trabajando para que la mujer ocupe con igualdad
todos los escalones de la carrera científica”.
Garmendia también defendió la igualdad como aspecto “fundamental”
en la política económica, y no solamente en las políticas sociales, ya
que “ninguna economía puede permitirse prescindir del 50% de su talento”.
El presidente del CSIC, Rafael Rodrigo, destacó en su intervención
el desarrollo del Plan de Igualdad de Género dentro de las carreras científicas
y recordó que este año se cumplen cien años también de los primeros centros
de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas
(JAE), antecedente del CSIC.
Este organismo está celebrando este mes de marzo diversas actividades
para resaltar el papel de la mujer en la investigación, como son las exposiciones
“Con A de astrónomas” y “16 científicas catalanas” en Sevilla y Barcelona,
respectivamente.
Diagnóstico de igualdad de
la Universidad de Málaga
El 'Diagnóstico de Igualdad en la Universidad de Málaga', presentado
el día 8 de marzo con motivo de la celebración del Día Internacional de
la Mujer, refleja la realidad de los distintos sectores de la comunidad
universitaria, caracterizada por una mayor presencia femenina en las aulas
y unos mejores resultados escolares. Sin embargo, las féminas encuentran
muchas dificultades para escalar categorías académicas y profesionales,
así como a la hora de ostentar un cargo de representación.
El estudio, apadrinado por el vicerrectorado de Igualdad y Bienestar
Social, fue presentado por los profesores María Jesús Morales y José Miguel
Morales, en un acto presidido por la rectora de la Universidad de Málaga
(UMA), Adelaida de la Calle, y la vicerrectora María Teresa Prieto.
Según informa Europa Press, los expertos hicieron un repaso exhaustivo
de la situación del profesorado, el alumnado y el Personal de Administración
y Servicios en la UMA, y precisaron que el 54,7% de los estudiantes son
mujeres, así como el 60,9% de los graduados y el 53,6% de los alumnos
de máster.
Sin embargo, sólo el 36,1% de los profesores son mujeres, únicamente
el 22% son catedráticas y el 46% de las docentes no tiene ningún sexenio
de investigación, según informó la UMA a través de un comunicado.
En cuanto a los grupos de investigación, guardan la paridad en su
base (número de investigadores), y sin embargo, cuando se trata de analizar
a sus responsables, se abre de nuevo la brecha de género al constatar
que la mayoría son hombres.
Por lo que se refiere al Personal de Administración y Servicios,
hay más mujeres que hombres en el cómputo general, aunque en los niveles
superiores de funcionariado o de personal laboral imperan los hombres.
A la hora de analizar los alumnos, vuelve la realidad mencionada
anteriormente, con más mujeres que hombres en las aulas, mejores notas
para las féminas y mayor cantidad de graduadas. No obstante, los profesores
hicieron hincapié en la diferencia de género que todavía hay en las titulaciones,
dado que, por ejemplo, las ingenierías aún son un mundo masculino y, por
contra, las Humanidades, las artes y las Ciencias de la Salud tienen mayor
presencia femenina.
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